ASi!...me asomo a la práctica docente.....

ASi!...me asomo a la práctica docente.....
Gran Bazar, Estambul

PELICULAS RECOMENDADAS

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* Como un avión estrellado (Dirección: Ezequiel Acuña)
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AUTOBIOGRAFIA ESCOLAR

AUTOBIOGRAFIA EDUCATIVA PERSONAL
• 1978
Inicié mi experiencia escolar en el colegio Domingo Faustino Sarmiento, de San Antonio de Padua (Pcia. de Buenos Aires). Colegio íntimamente ligado a mi familia paterna, ya que mi padre fue el primer egresado de primaria de esa institución y cada tanto se lo recuerda como tal; mi madre trabajaba allí de administrativa, así que yo contaba con algunos privilegios, como saber que mi mamá estaba muy cerca y que si pataleaba un rato y se ponía fea la cosa, podría reunirme con ella en cinco minutos como mucho, atravesando el enorme patio de baldosas coloradas. Recuerdo a mi compañerito Martín Cañas con quien, en sala de cinco, me besaba en la boca detrás de la puerta del aula. Hacíamos lindos trabajos con materiales variados y recuerdo un paseo por la verdulería del barrio donde compramos frutas para hacer una ensalada. Era divertido ir al jardín. De las señoritas no me acuerdo más que cuando veo las fotos.

• 1980
Seguí en el Colegio privado del nivel inicial. Empecé la educación primaria. Entraba hecha una “blanca palomita” y salía hecha una arruga sucia y maltrecha, con las medias azul Francia, tan bajas como las colitas del pelo que mamá me hacia, y si tenia suerte cuando mi abuela nos visitaba me hacia unos peinados hermosos llenos de cintas de color azul y blancas los que me distinguían para actuar en los actos. Me gustaba participar de los actos y siempre me elegían. Recuerdo un campamento en cuarto grado donde me eligieron como mejor compañera y mejor actriz de sketches cómicos (inventamos una versión de la cenicienta). Los paseos en la naturaleza para observar ecosistemas me encantaban, armar terrarios, germinar porotos. Aun conservo algunas cartitas que al finalizar el curso, la maestra Carmen de segundo grado me regaló, recuerdo a la maestra Cristina de quinto grado que, un recreo, me invitó en el aula a elegir unos cerámicos que tenia de muestra su cartera para su cocina, eso me asombró mucho. Las clases de gimnasia jugando al delegado, las salidas. De primero a sexto grado cursé por la tarde. Y en séptimo grado me cambiaron a la mañana. Mucho cambio, ya que al finalizar la primaria mis padres y yo nos mudaríamos a Capital Federal, dejando atrás mi infancia con tanto verde, tantos amiguitos del barrio y la escuela, el conejo, los perros, hamsters, gatitos, pajaritos, pileta y el sol. Finalicé sétimo grado, triste.

• 1987
Inicié la secundaria, creyéndome muy grande, en un nuevo colegio en un nuevo hogar (de casa grande en provincia de Buenos Aires pasé a un departamento….que luego quise mucho) en un nuevo barrio. Era un instituto privado, mixto, laico, respondiendo al caprichoso pedido que les formulé a mis queridos padres: “que sea con un lindo uniforme, que sea de chicos y chicas y que no tenga religión ni religiosas”. Así aterricé en el Instituto Franklin donde lo pedagógico tenía mayor relevancia que los contenidos de los programas educativos. Era un lugar lleno de repetidores por mala conducta y chicos ricos del barrio del Belgrano. Cuanto sufrimiento cuando al llevar zapatillas blancas “Flecha” con cordones, me cargaban los varones por no tener otras marcas mucho mas valoradas en ese medio. Por suerte mi compañera y amiga Guadalupe llevaba las mismas zapatillas y juntas podíamos soportarlo mejor. En fin, poco que recordar de esos cinco años: un edificio chico, antiguo, donde antes funcionaba un geriátrico en la calle Ciudad de la Paz entre olleros y Maure en el que se observaba en los baños las agarraderas para que los viejitos se bañen sin resbalar. Me fue bien en cuanto a estudios, la pasé bien y nada más. No sabía en este momento lo mucho que me costaría iniciar y sostener los estudios de nivel superior universitarios.

• 1998
Mucho tiempo después de terminar el nivel medio, con muchas idas y vueltas, indefiniciones y dificultades de adaptación a la Universidad de Buenos Aires, inicié a mis 24 años la carrera de Psicología que terminé a los 28 años. Una vez decidida a estudiar pude hacerlo disfrutando mucho de todo el ámbito universitario con todo su colorido, bullicio y aguerridos debates. Felicidad mayor, personal sobre todo, y familiar, al terminar.

• 2008
Luego de 6 años de graduada, la experiencia (inesperada) de la docencia en un CENS de adultos del GCBA en marzo, me acercó a la docencia. Fue una sorpresa muy linda trabajar de profesora aún sin serlo. Por eso, mi nobleza o mi superyó, no lo se, o responsabilidad con el otro y la necesidad de formación me obligó a iniciar el profesorado que curso actualmente. Me vitalizó los días empezar a estudiar nuevamente.

Quiero destacar a los docentes, al grupo minoritario de docentes, maestros y profesores, que me hicieron ver la posible y grata relación estudio-placer, hermoso esfuerzo recompensado. Nadie, nadie podrá comprender, salvo que haga la experiencia, de preparar y rendir bien un examen final: creo que es uno de los logros personales, más personales que existen. Ese reclutamiento días y noches, con horarios estudiando, la cita en el final, los nervios, los mitos, las fantasías, los presagios “si se te cae el mate en el apunte, aprobas” y toda esa constelación maravillosa y luego un resultado que permite avanzar o concluir.
En mi, el aprendizaje para que sea posible tiene que estar ligado a lo placentero, a lo que me convoque, a lo que mueva inquietudes, sino no resulta.

El dato más curioso de mi autobiografía, es que siempre pensé (a modo de certeza delirante) que la docencia no era para mi “yo no sirvo”, “¿Qué haría yo delante de un curso de alumnos?” “yo me pondría a la altura de los alumnos, no tengo autoridad, soy un queso”.
Sobre el rechazo rotundo, puedo pensar una línea de análisis sumamente personal, por eso la diré en voz baja: mi madre quiso ser maestra y por seguir el consejo de su padre “que no, que hay muchas docentes en este momento” abandonó su vocación y a veces recuerda con dolor “yo soy una maestra frustrada”. Pesquiso cierta rebeldía en mi, en el rechazo a la docencia, por no querer ser como mi madre.

Desde marzo del 2008 ejerzo la docencia en un CENS (centro educativo de nivel secundario para adultos) y fue este evento el que me tiene aquí concluyendo el profesorado de psicología, haciendo esta autobiografía. “Empecé por los pies” como dice mi amigo el arquitecto: mis pies pisaron una institución educativa, nuevamente pero de otra forma, en otro rol y sorprendentemente para mi, me gustó mucho ocupar esa función. El aula es uno de los lugares más vivos que pude experimentar, como el teatro creo.

Lo primero que sentí frente al grupo-clase es el tremendo poder que tiene un profesor. Me llamaba poderosamente la atención pedir a un grupo de adultos (más grandes que yo en muchos casos) que se agrupen, que corran los bancos, que lean tal artículo o que hagan tal cosa. Me asusté un poco por esa dimensión de poder. Ellos respondían a mis consignas así como así “¿y si yo estoy chiflada y les pido como actividad que imiten a un mono?” eso pensaba.

No se que modificaría, pues recién me estoy formando. Siento que me falta madurar el rol como para empezar a pensar en modificar algo.

TODO CONCLUYE...AL FINNNNN y RECIEN EMPIEZA!!!
He llegado muy cansada al término del año estudiantil. Son varias las emociones que siento: me fue muy bien en todo el profesorado y disfrutè ser estudiante universitaria nuevamente a mis 35 años. Las pràcticas han dado un cierre magnífico a la teoria que estudié en las otras tres materias.
Quiero destacar la calidad de la profesora y la comprensión, felixibilidad y rigor acadèmico. Agradecida me voy, contenta me siento.
Hasta siempre, esto RECIEN EMPIEZA....

MarCela alumna.....

MarCela alumna.....
El dia de la foto escolar con la maestra Cristina

Entrevista a la Prof. Alejandra Panizzo

Entrevista a la Prof. Alejandra Panizzo

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sábado, 21 de noviembre de 2009

AUTO EVALUACIONES

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martes, 27 de octubre de 2009

domingo, 24 de mayo de 2009